Monday, June 14, 2010

Me pican las piernas

Era algo que no me pasaba desde que tenía unos trece años.

Normalmente la gente percibe como pasa el tiempo de diferentes maneras: con el reloj, viendo los segundos, los minutos o las horas. Otros, cuando ven a sus amigos de la infancia ya casados o con hijos o con alguna cana. La sorpresa de cuando ves a un familiar que era pequeño y ahora tiene barba y te saca una cabeza. Hasta cuando rebuscas en algunos blogs y ves entradas de 2005, y piensas que ya estamos en 2010. Sea como sea siempre se acaba exclamando el:

¡Hay* que ver como pasa el tiempo!


Marzo 2010



Junio 2010 (Ayer)


En el pueblo, se añade, también el hecho de salir unos metros más allá de la puerta de casa y mirar lo que te rodea. El trigo se seca, deja de estar verde y fuerte, pasando a amarillo y se mece con el aire, con debilidad.

Antiguamente el aire tiraba las semillas del trigo directamente al suelo, hasta que hace la friolera de unos 8 mil años algunos agricultores descubrieron que si seleccionaban y sembraban solo aquellas semillas (indehiscentes) que no tirase el viento, podrían protegerlo de insectos e inclemencias y recogerlo más o menos al mismo tiempo, con cierta ventaja.

Hoy, 8 mil años después el trigo sigue sin caerse al suelo, incluso si alguien, como yo, pasa con su bici por alguna de los caminos hechos con los tractores, que véis en la foto de arriba. Por eso me pican tanto las piernas, el rozar de las espigas y de los tallos es al final algo molesto.

Ahora tengo barba, crecí (no mucho, pero algo más sí), amigos casados y con hijos y no paro de exclamar eso de:

¡Hay* que ver como pasa el tiempo!

Pero eso no quiere decir que no se puedan repetir momentos, que hiciesen como si el tiempo no pasase, donde no hay ni estaciones, ni relojes, ni blogs. Todo lo básico ha seguido prácticamente igual que en alguna tarde de Junio de hace doce o trece años: el trigo amarillo, caminos de tractores, una cuesta con pendiente, y muchísima emoción y ganas de lanzarte, en definitiva, de vivir.

Me gusta "jugar" a que puedo parar el tiempo, a que puedo ser capaz de hacer algo tan extraordinario, bastantes cosas mucho más sencillas hay en la vida que se nos escapan de las manos.

*(¡Que me dejé llevar por la interjección!)

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